lunes, 14 de enero de 2013

Sesión 4 del 12 de enero de 2013 del curso de macetohuertos (huertos ecológicos en macetas)


En la anterior sesión estubimos viendo los primeros conceptos sobre fertilización, entre los que tratamos: los elementos fundamentales para la alimentación de las plantas, la formación y mineralización de la materia orgánica, los síntomas de las carencias nutricionales en las plantas o la práctica de la fertilización con algunos compuestos comerciales utilizables en agricultura ecológica.

En esta ocasión, nos hemos centrado de lleno en el proceso de compostaje y vermicompostaje (humus de lombriz), pues en el macetohuerto de Agro-Jardinería Ecológica tratamos, cada vez más, de ser autosuficientes en lo que a la fertilización se refiere (también respecto a las semillas y otros elementos, lo veremos en el futuro).


Comenzamos la sesión abriendo el compostero que actualmente tenemos para ver que nos encontramos en su interior. Se trata de lo que denominamos un "compostaje frío en continuo", en el que a medida que se van teniendo restos de cultivos o de cocina, se van aportando por encima. Al no haber nunca gran cantidad de restos frescos al mismo tiempo, la materia orgánica se va descomponiendo lentamentamente a temperatura ambiente. 

Se puede observar como en el tercio superior solo hay restos orgánicos frescos, procedentes, como hemos dicho, de la cocina o de cultivos retirados en el otoño. Como estos restos son muy frescos y pueden generar la aparición de mosca del vinagre, así como malos olores, se mezclan con hojas secas para que esté más equilibrado (Veremos esta cuestión más adelante).

Por su parte, el tercio central tiene los restos de los cultivos de verano y más restos de cocina de esa época. Aunque es de un color pardo-negruzco, todavía se distinguen restos de ramas, hojas y cáscaras de frutas.

Finalmente, el tercio inferior es un compost ya maduro originado a partir de los restos de los cultivos de la primavera pasada, con los restos de cocina de aquella época. Aquí ya hay un material muy homogéneo, aunque quedan algunos trozos de ramas y cortezas de difícil descomposición.

Este proceso de compostaje frío en continuo resulta muy lento y de poco rendimiento, pues necesita 9 meses para solo aprovechar el compost del tercio inferior, aunque es de muy buena calidad y excelente para la elaboración de semilleros, como se pudo constatar en el experimento puesto en marcha en la 1ª sesión, y cuyas conclusiones se pueden observar en la 3ª sesión.

Merece la pena realizar un esfuerzo por acelerar el proceso de compostaje, para poder tener suficiente compost para el macetohuerto y no tener que depender de la compra constante de humus de lombriz, estiércoles animales, o compost comercial. Por eso, hoy hemos puesto en marcha un nuevo método de compostaje, que esperamos sea mucho más rápido y este listo en unos 4 meses, de forma que obtengamos un compost fresco y de calidad,  a tiempo de fertilizar los cultivos de verano (tomate, pimiento, berenjena, pepino, calabacín, melón, maíz, etc.), a los cuales les gusta la buena materia orgánica fresca, o sea, un compost que no este excesivamente compostado, de forma que el proceso de descomposición siga adelante en las macetas y se pongan muchos nutrientes y sustancias biológicamente activas a disposición de los cultivos.


Para ello, hemos comenzado por desmantelar nuestro montón de compost. Hemos sacado los dos tercios superiores que han de seguir compostando en otro lado. De momento se han quedado apartados en cajas de verduras. Ya veremos que hacemos con ellos.


El tercio inferior lo hemos extraído aparte y lo hemos cernido con unas zarandas de unos 7-8 mm de paso. Como este otoño ha llovido bastante, el compost estaba cargado de humedad y ha costado bastante cernirlo, aunque solo era cuestión de dedicarle tiempo.


El material ya fino se guardó en dos sacos de rafia (unos 80 l a ojo de buen cubero). Con este material es posible que elaboremos directamente los semilleros de primavera y verano, sin más mezclas de ingredientes. El resto se aparto a una caja de verduras para usarlo más adelante.

 

Mientras tanto, un miembro del grupo a estado preparando un iniciador de la fermentación a base de levaduras. Estas intervienen en la fase inicial de descomposición del montón de compost, con lo que esperamos tener una rápida subida de temperaturas. Para ello, hemos calentado agua a unos 35 ºC, que es una temperatura muy confortable para las "levas" (guardo este apodo de otra época en la que me apasionaba fabricar cerveza). Al agua le hemos aportado 3 sobres de levadura natural liofilizada (se observan en la imagen algunos grumos de color beig) y 3 cucharadas soperas de azúcar. Entre la temperatura y el azúcar harán que en hora, u hora y media, las levas se hayan espabilado y puesto en marcha. En el entre tiempo, estubimos preparando otras cosas.


Para preparar los ingredientes del compost hay una cuestión esencial que hay que tener en cuenta. Para que los microorganismos hagan una buena descomposición es necesario darles una buena alimentación y que trabajen a un buen ritmo. Para ello, tiene que haber una buena relación entre el carbono y el nitrógeno (relación C:N) de la mezcla, que debe estar comprendida entre 20:1 y 40:1. Esto quiere decir que por cada parte de nitrógeno debe haber entre 20 y 40 de carbono. ¿Como hemos conseguido esta proporción?. Pues mezclando:
  • Materiales ricos en carbono (restos vegetales secos y marrones): hojas de la parra, falsa acacia y olmos, que hemos encontrado (bolsas con el barrido de jardines de la zona). Estos tienen una relación C:N de 70:1
  • Materiales ricos en nitrógeno (restos vegetales frescos y verdes): hojas de hiedra y tuya (también de los jardines de la zona), y hierba verde del campo que he ido a recolectar y que he procurado cortar de zonas en donde las plantas no estaban florecidas, ni semilladas, para que no siembren en compost. Estos materiales tienen una relación C:N de 30:1
  • Palomina (excrementos de paloma del palomar de un amigo), con una relación C:N de alrededor de 15:1
  • Harina de sangre comercial. Es un restillo de 0,5 kg que me queda y hemos aprovechado. Tiene una relación C:N de 4:1.
Los restos vegetales secos y frescos los hemos mezclado a partes iguales. Con ello hemos obtenido una relación C:N de 50:1 ((70+30)/2). Esta mezcla nos queda ligeramente por encima de la relación 20:1 a 40:1 recomendable. Para procurar colocarla entre 30:1 y 40:1, le añadiremos algo de palomina y harina de sangre. Más adelante veremos como hicimos la mezcla con estos últimos.

Si os da por crear vuestra propia mezcla de ingredientes, aquí os dejo un par de tablas que os ayudarán.

Ingredientes ricos en carbono:
Ingredientes
C:N
Ramas pequeñas
500:1
Virutas de madera
400-500:1
Serrín
400-442:1
Cartón
350-500:1
Papel de periódico (1)
170-400:1
Toallas de papel
110:1
Aciculas de pino
80:1
Paja
75:1
Pañuelo de papel
70:1
Hojas secas
70:1
Heno viejo
55:1
Césped seco
50:1
Ceniza de madera
25:1
  1. el papel de periódico debe estar impreso en blanco y negro, con tintas 100% basadas en aceites vegetales (ejem: soja). No utilizar nunca tintas de colores.

Ingredientes ricos en nitrógeno:
Ingredientes
C:N
Harina de sangre
4:1
Emulsión de pescado
8:1
Estiércoles vaca
16:1
Estiércol de caballo
30:1
Pelo
10:1
Alfalfa
12-16:1
Césped verde fresco
15-17:1
Algas
20:1
Café molido
20:1
Restos de cocina
15-20:1
Heno verde fresco
25-32:1
Hierba (1)
30:1
  1. Debe estar libre de semillas


Para una mejor integración de los elementos vegetales secos y frescos, hemos cortado en tamaños máximos de unos 5-10 cm los restos vegetales frescos, pues venían con trozos muy grandes. Posterior mente, hemos hecho la ligazón de estos restos con las hojas secas.


Con el compostero ya vacío, hemos empezado a colocar capas de unos 10 cm de la mezcla de restos vegetales secos y frescos. Sobre cada capa, hemos aportado, cual receta de cocina:
  • Una cucharada sopera de harina de sangre.
  • Un vaso de los de vino con palomina.
  • Una cuchara de cafe con cenizas, para aprovechar los restos de la barbacoa, que aportan sobre todo potasio, y también fósforo.
  • Una cuchara sopera de basalto triturado (harina de basalto micronizado), que aportan oligoelementos esenciales para el crecimiento (se adquiere fácilmente por Internet, aunque no es barato. Es para usarlo con mesura).
  • Un litro del preparado de levadura que hicimos hace hora y media.
  • El agua necesaria para completar la hidratación (a ojo de buen cubero, quizás otro litro o litro y medio).
En total habremos colocado unas 20 o 25 capas. Conforme las montábamos, las capas inferiores se iban apretando con el peso de las superiores. Adicionalmente, asentabamos también con la mano. No paro de recordar a mis pupilos la diferencia entre apretar y asentar. Asentar es apoyar la mano sin aplicar apenas presión, para que los materiales cojan sus posiciones. Apretar, implica aplicar demasiada presión y entonces podemos compactar y, con ello, perder espacio poroso (es algo que también esplico para la elaboración de semilleros y los trasplante). Esto no sería bueno, pues el compostaje es un proceso aerobio y necesita que haya aire en el interior, así como suficiente ventilación, es decir, intercambio de aire con el exterior del montón.


Conforme íbamos llegando arriba, colocamos un tuvo de PVC que tenía por ahí, al objeto de colocar una sonda de temperatura que nos permita seguir el proceso térmico de nuestro compost. La sonda quedó colocada justo en el corazón del montón.


Hemos puesto más material de la capacidad del compostero, pues a buen seguro el volumen del compost va ha bajar en un par de días. 

El termómetro marcó 15 ºC al inicio del proceso. Hay que tener en cuenta que estamos en Sevilla y es invierno. Los materiales tenían aproximadamente la misma temperatura que el ambiente. 

Por otro lado, como curiosidad, hemos colocado un par de bolsas de almidón de maíz para ver como se van descomponiendo. Ya veremos fotos en la próxima sesión.


La temperatura máxima, que debe alcanzar un montón de compost bien conformado, debe estar comprendida entre los 60  y 70 ºC. Para ello, se dice que hace falta una masa crítica (mínima) de 1000 litros (1 x 1 x 1 metros). Como el compostero que tenemos es de tan solo 350 litros (0,6 x 0,6 x 0,9 m), es decir, prácticamente la tercera parte, existe un fuerte riesgo de que la temperatura no suba lo suficiente, por lo que hemos aprovechado un viejo edredón para abrigarlo (Me lo regaló hace tiempo una de mis sobrinas para dormir las siestas calentito. Pero ya lo he jubilado, pues ahora duermo con el de mi abuelita Paulette, que en paz descansa, y es más calentito).


Como este es un compostero de azotea y no estará en contacto con el suelo, tiene una base, la cual cuenta con unos agujeros por donde escurrir el caldo sobrante, el cual recogemos y reutilizamos para rehidratar el montón de compost. Alguna ventaja tenía que tener un compostero de azoteas. El color tinto que se observa se debe a la harina de sangre, que se disuelve muy bien en agua.


Al objeto de fomentar una buena subida de la temperatura, le hemos colocado un plástico por encima, que evita que se pierda parte de la temperatura en forma de vapor de agua. Aunque pudiera parecerlo, no afecta a la buena ventilación del montón, el cual no ha dejado de oler de forma agradable (a fermentación aerobia, sin olores putrefactos).


A las 58 horas (unos dos días y medio), el montón alcanzó los 67ºC, que es una muy buena temperatura. Como puede verse en la foto, el montón a colapsado y se ha hundido una cuarta por debajo del borde superior. Cuando realicemos el volteo, en aproximadamente una semana, aportaremos más material de otro montón de compost que hemos realizando en un saco de compostaje (ver más adelante). Si no, a la larga va a quedar poco material en este compostero y eso no puede ser. Hay que optimizar los recursos.


En esta imagen puede observarse como el montón a 67ºC desprende vapor de agua al levantar ligeramente su superficie.


Una ves el material bajo por debajo del borde superior del compostero, se le colocó su tapa. En la proxima sesión os contaremos como han seguido sucediendose los acontecimentos.


Hemos sido previsores, y nos quedó mucho material para compostar, pues más vale que sobre que no que falte. Aprovechando una bolsa de compostaje que estaba de liquidación en unos grandes almacenes hemos elaborado un segundo montón.

El resto de los materiales, es decir, las hojas secas y materiales verdes sobrantes, así como los restos del montón de compost que desmantelamos al principio de la sesión, los mezclamos homogéneamente y los usamos para llenar el saco, espolvoreando unos polvos de activación que venían con este y en el que no tengo muchas expectativas. Prefiero el preparado de levaduras.


Al final, nos quedó un pilón bueno de más de 1 metro de altura. No hemos gastado mucha energía en el. Que vaya compostando a su ritmo. Si no está hasta después del verano, pues tampoco pasa nada. No obstante, va a ser muy interesante ver como evolucionan cada unos de los dos montones de compost que hemos elaborado hoy.

Bueno, como aún nos quedó tiempo, el último tramo de la sesión lo dedicamos al proceso doméstico de elaboración de humus de lombriz o vermicompostaje. En nuestro caso, usamos un vermicompostero de 3 bateas, que podéis ver a continuación.


Este vermicompostero cuenda de las siguientes partes:
  • Una tapa superior con pequeños orificios. Con ella se crea la oscuridad y se permite la aireación que las lombrices necesitan.
  • Una batea superior, en donde vamos aportando restos de la cocina y donde se va formando el incipiente vermicompost, a medida que van comiendo las lombrices, que se encuentran en su mayor parte aquí.
  • Una batea intermedia, en donde se encuentra el humus de lombriz a medio elaborar. También hay algo de lombrices, pero menos que en la batea superior, pues apenas queda nada de comida.
  • Una batea inferior, en donde se encuentra el humus de lombriz más antiguo, sin apenas lombrices, el cual extraeremos cada varios meses y utilizaremos en el macetohuerto. Esta batea, una vez vacía, se colocara arriba para continuar con el proceso, por lo que se trata de un vermicompostaje en contínuo.
  • Una base con patas y grifo de salida. En ella se recogen todos los líquidos de drenaje resultantes del proceso de vermicompostaje. Cuenta con un cono interior (no hay foto) por el que las lombrices que caen al fondo pueden ascender reptando y volver al sitio que les plazca.
Cabe comentar que, las tres bateas cuentan con orificios inferiores que permiten la circulación de las lombrices de arriba a abajo del vermicompostero. Vaya, que existe todo un mundo de lombrices en su interior y un ecosistema asociado de microorganismos y microartrópodos.

Por el grifo inferior, se extrae el líquido de drenaje del vermicompostero, que podemos usar tal cual o diluido en el agua de riego y así contribuir a la fertilización de nuestras plantas.
  
 

En el repaso que hicimos al vermicompostero, comenzamos viendo lo que comen las lombrices. Como lo tengo al lado de la cocina, en un lugar sombreado que les gusta, pues tiene restos de esta. Aquí se pueden ver restos de lechuga, escarola, hojas de zanahoria y mondas de plátano, zanahoria, rabanito, pera y manzana, así como los posos del café de comercio justo del que disfruto los sábados y domingos por la mañana.

No suelo ponerles, por supuesto, ningún producto animal (salvo cáscara de huevos). Tampoco restos de cebolla o ajo, que no les gustan a las lombrices. Procuro evitar ponerles mondas de patata o aguacate, pues las lombrices nos saben como meterles mano. Las cáscaras de naranja tampoco se las pongo, aunque se pudren bien y las lombrices se las comen. Es más bien porque la cocina produce muchos resto y el vermicompostero no admite más. Hay que tener cuidado en no excedernos con la comida. Más o menos, hay que tenerles comida para que puedan ir comiendo unos 5 días.

En la siguiente tabla os dejo un resumen de lo que pueden y no comer las lombrices:
Aportar en gran cantidad
Aportar en poca cantidad
Evitar
Arroz
Cascara de huevos molidas
Cítricos
Monda de frutas
Cartón o papel de periódico (con el mínimo
serigrafiado posible)
mojado y troceado
Ajo
Restos de verduras
Pelo, lana e hilo natural
Carne y pescado
Restos de café
Servilletas y papel de cocina
Huesos y raspas
Pasta
Serrín o virutas de madera no tratada
Productos salados o cenizas.
Bolsitas de té e infusiones (sin la grapa)
Restos de pan mojados y troceados
Derivados lácteos


Heces de perros y gatos


Materiales inorgánicos
(metal, vidrio, baterías,
telas sintéticas, colillas,
etc) o plásticos


Papeles satinados
o con tintas de color
(revistas, etc)


Restos de aspiradora o barrido


Pesticidas, sintéticos,
medicinas


Césped cortado,
tierra o piedras


Al levantar los restos de comida, pudimos observar como hay una inmensa población de lombrices deambulando. Una lombriz viene a comerse aproximadamente su peso al día. Al iniciar una población de lombrices, aportamos unas 2.000, que vienen a pesar unos 400g. Es lo que habitualmente venden para iniciar esta actividad por unos 20 o 30 €, salvo que conozcamos a alguien que las tenga de sobra y nos regale.

 
Del fondo del vermicompostero hemos extraído algunas crías de lombriz, que no hace muchos días que han nacido. Con el paso del tiempo las 2.000 lombrices llegarán a formar una colonia de 20.000, la cual se mantendrá estable a partir de ese momento, con un peso aproximado de 4 kg.


Para rehacer el vermicompostero, lo primero que hicimos es retirar los restos de comida de la batea superior y como había de más (que no debería ser), el humus sobrante que se estaba formando. Todo esto lo volveríamos a colocar arriba al terminar de adecentar.

 

De la batea inferior, extraimos todo el humus de lombriz, que no tenía a penas lombrices, pues estaban principalmente en la batea superior, donde esta toda la comida fresca. Este humus lo dejaremos orear por unos días, pues está muy húmedo, para cernirlo y guardarlo. Al ser un material de excelente calidad microbiológica, lo usaremos para la elaboración de “te de compost”, proceso que veremos dentro de algunas sesiones.


Aunque tapadas por el propio humus de lombriz, vemos como las bateas están perforadas para que las lombrices puedan circular de arriba a abajo por todo el vermicompostero. Con la comida van para arriba, con el calor para abajo, con la lluvia otra vez para arriba. Se van desplazando en función de sus necesidades.


Una vez vacía la batea de abajo, la colocamos arriba. La nueva posición de las bateas es a partir de entonces:
  • La de abajo > arriba.
  • La de arriba > al medio.
  • La del medio > abajo.
A la nueva batea de arriba le colocamos los restos que habíamos apartado al principio, así como comida nueva. Aquí podemos ver restos de zanahoria, rabanitos y posos del delicioso café de comercio justo.. Las mondas de naranja las he dejado atrás, aunque las podría haber colocado. Las echaremos al compost.


Un ingrediente interesante son las cáscaras de huevo, que las lombrices también se comen, aunque hay que machacarlas bien, en trozos de unos 2 mm, para que las puedan ingerir más fácilmente. Las cáscaras de huevo aportan carbonato cálcico, que ayuda a elevar el pH y evitar que prolifere la mosca del vinagre, a la que gustan los ambientes más ácidos (por algo son moscas del vinagre). De todas formas estas no son perjudiciales y a mi, personalmente, no me molestan.


Otro ingrediente que le aportamos es harina de basalto, que podría sustituirse por arena muy fina. Las lombrices, al igual que las gallinas, tienen molleja para triturar los alimentos. Por eso necesitan partículas finas. Las gallinas comen piedrecitas y a las lombrices le damos partículas más finas.


Antes de volver a colocar la tapa superior, pusimos un trozo de arpillera húmeda, que ayudará a mantener la humedad superficial e incomodará a las moscas de vinagre.


Para acabar la sesión, hicimos una prospección de como van nuestros cultivos de zanahorias, que se sembraron allá pro septiembre, cuando aún no había empezado este curso. Aquí veis una de la variedad tradicional de Cádiz denominada "Morá" que, si bien no es espectacular en su forma, dejó sorprendidos a todos por su intenso sabor a zanahoria. Igual pensaban que iba a saber a rabanito :)-

Bueno, un día muy interesante. Ya veremos en la próxima sesión como van nuestros montones de compost.


Pablo José González Provost
agrojardineriaecologica@gmail.com

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