miércoles, 30 de enero de 2013

El quemado de las puntas de las hojas de las lechugas. Estudio de caso en cultivo ecológico en macetas.

 El quemado de las puntas de las hojas de las lechugas o "Tip-burn", como se conoce en inglés, no es una enfermedad provocada por un hongo, bacteria o virus, como a muchos les podría parecer. En realidad, se trata de una fisiopatía de la planta que tiene como origen varias causas.

En mi macetohuerto, este problema se me ha presentado recurrentemente en los últimos dos años, por lo que me he puesto “manos al tiesto” para tratar de resolverlo. Tras una profunda revisión bibliográfica y un estudio de las circunstancias “macetohuertiles” de mi azotea, he llegado a las suficientes conclusiones como para resolver el problema, las cuales os lo expongo a continuación.

 Variedad local de lechuga Trucha, de origen austriaco, afectada
 durante la primera quincena de octubre de 2012 en Sevilla.

Esta necrosis, que se produce en la parte interna de la cabeza y en los bordes de las  hojas, es debida una deficiencia el calcio (Ca). Este elemento es de suma importancia para mantener la fuerza de los tallos de las plantas e interviene en la regulación de la absorción de nutrientes a través de las membranas de las células. El calcio funciona en la elongación de estas, así como en su estructura y permeabilidad, influyendo en el metabolismo del nitrógeno y traslocación de los carbohidratos. 

Una primera causa que produce este problema es, por tanto, la falta de cálcio en el suelo o sustrato. Pero esto no debe ser un problema si hemos abonado razonablemente con algún abono orgánico equilibrado. En este sentido, la lechuga no es una planta muy exigente.

Otro de los factores que debe considerarse es la aplicación  de fertilizantes muy ricos en nitrógeno (N), ya que un desequilibrio en sus niveles puede afectar a la absorción de otros nutrientes tales como el magnesio (Mg) o el Ca. En mis cultivos de lechugas en macetas, he podido observar este problema cuando abono con estiércol de oveja, humus de lombriz o gallinaza, muy ricos en N. No me aparece, cuando utilizo sustratos fertilizados en un cultivo anteriores, básicamente porque los niveles de N se han reducido durante dicho de cultivo.

Una batería de causas adicionales que puede dar pié a esta fisiopatía son las altas temperaturas, días soleados y baja humedad relativa . En mi caso, como no cultivo lechugas en verano, pues no observo el problema en estas fechas. Es al final de la primavera, o con las primeras siembras que realizo en la segunda quíncena de agosto y al final de la estación estival,  cuando me aparecen los primeros síntomas, en la época denominada en mi tierra como "Veranillo del Membrillo" (importante para la maduración de los membrillos; de ahí el nombre) o "Veranillo de San Miguel" (29 de septiembre), en el que se produce el último golpe de calor antes de entrar en las típicas temperaturas otoñales. Este período, que antes era común de la segunda quincena de septiembre, a causa del cambio climático, lo estamos empezando a disfrutar en Sevilla también en la primera quincena de octubre.


Gráfica de temperaturas y precipitación de septiembre y octubre de 2012, en Tomares (Sevilla), en el periodo circundante a la toma de las fotos con fisiopatías de este artículo (12/10/12). Puede observarse como, tras las lluvias del 26 de septiembre, ya en otoño, comienza un periodo de altas temperaturas, durante el cual, empiezan a aparecer los síntomas. Está  gráfica está obtenida de www.meteoclimatic.com, web en la que se pueden encontrar multitud de estaciones meteorológicas ubicadas en viviendas particulares, incluso sobre azoteas, como es el caso de esta, que está muy cerca de donde yo tengo mi macetohuerto.


Otro factor que afecta a esta fisiopatía, que suele estar asociado a las altas temperaturas anteriormente mencionadas, es el déficit o estrés hídrico. En los meses calurosos se produce una gran evaporación desde el suelo o el sustrato. Esta época coincide con la aceleración del desarrollo de la planta, existiendo una gran demanda de agua y nutrientes, especialmente en las zonas internas y de crecimiento. El déficit de agua, acompañado de las mayores necesidades, provoca una insuficiencia en la capacidad de extracción de agua y nutrientes del suelo o sustrato, que afecta especialmente en las hojas más jóvenes.

En el caso de mi macetohuerto, por circunstancias técnicas del momento, las lechugas que planté al final del verano, fueron regadas a manguera cada 2 o 3 días, en lugar de por el sistema de riego por goteo que tengo instalado, que hace 2 riegos diarios, uno a las 8 de la mañana y otro a las 10 de la noche. Es posible que este hecho haya influenciado en la agudización del problema.

Una causa adicional que influye en la aparición de esta fisiopatía es la salinidad del suelo o sustrato. Las lechugas son una de las plantas hortícolas más sensibles a la salinidad, junto con otras como las judías, cebollas, zanahorias, rábanos, nabos, etc. Una alta salinidad redunda en una mayor dificultad por parte de las raíces para absorber agua, lo que influye en el déficit o estrés hídrico anteriormente mencionado, así como en la asimilación de nutrientes. Con el discurrir de este articulo, vamos viendo como, al final, todas las causas que se están exponiendo, tienen una clara interrelación.

En mi caso, tras los cultivos de verano, la salinidad residual del sustrato es bastante elevada. Ello se debe a que las macetas cuentan con platos en la base para evitar la pérdida del agua de drenaje. Con el paso de los días el contenido de sal del agua de riego va acumulándose al existente en el sustrato, aumentando la salinidad progresivamente. Al reutilizarlo para las primeras siembras de lechuga, estas pueden verse afectadas, a no ser que se les de un buen riego de lavado.

Por otro lado, en algunas de las primeras siembras que he realizado tras el verano he utilizado fertilizantes con una alta salinidad, como humus de lombriz o estiércol de oveja. Es curioso ver como, a pesar de aplicar fertilización, las lechugas crecen menos al principio que en otras macetas sin fertilización adicional, lo que esta claramente relacionado con esta circunstancia. En este sentido, puedes leer el artículo escrito no hace mucho sobre la “Evaluación de abonados orgánicos en variedades tradicionales de lechugas en macetas”, que también trata el problema del quemado de las puntas de las hojas.

Finalmente, otro factor decisivo en la resistencia de las lechugas a esta fisiopatía es la genética varietal. Y en este sentido, las variedades locales me han mostrado ser superiores a las comerciales.

Prueba de variedades realizada en septiembre de 2011, comparando (de izquierda a derecha): Maravilla Cuatro Estaciones, Cogollos de Tudela, Bretona (cultivar 1), Oreja de Mulo, Bretona (cultivar 2) y Hoja de Roble. Las dos primeras, que son variedades comerciales, presentaron quemado de las puntas de las hojas. La Oreja de Mulo, aunque no tubo este problema, resultó ser una variedad muy dura de comer, por lo que se desechó. Los dos cultivares de Bretona y la Hoja de Roble se han mostrado resistentes al quemado de la punta de las hojas y son buenas de comer, siendo las 3 variedades locales. Por su parte la Maravilla Cuatro Estaciones está mostrando un buen crecimiento durante el invierno de 2012, que es la época adecuada para ella (no se de donde narices le sale ese nombre de “cuatro estaciones”, cuando debería ser “de invierno”, al menos para las condiciones climaticas de Sevilla).

 Variedad comercial de lechuga Maravilla Cuatro Estaciones,
afectada durante la segunda quincena de octubre de 2011 en Sevilla.

   Variedad comercial de escarola Lisa, afectada durante la primera quincena
 de octubre de 2012 en Sevilla.

  Col china de origen desconocido (tradicional/comercial), afectada durante
 la primera quincena de octubre de 2012 en Sevilla.

 Variedad tradicional de Lechuga Bretona o de Espada,
que no presenta hojas quemadas durante el cultivo en septiembre de 2011.

Variedad tradicional de  Lechuga Hoja de Roble,
que no presenta hojas quemadas durante el cultivo en septiembre de 2011.

Como conclusiones, para evitar la aparición del problema del quemado de las puntas de las hojas de las lechugas, lo más adecuado es hacer una buena elección de variedades tradicionales, probando 5 o 10 de estas en condiciones adversas. Adicionalmente, será conveniente:
  • Dar 2 riegos cortos al día, uno por la mañana y otro tras la caída del sol, teniendo en cuenta que, para no esclavizarnos, es conveniente automatizarlos.
  • Aportar una fertilización que no sea excesiva y sobrepase las necesidades de nitrógeno, recordando que las lechugas no son muy exigentes en este sentido.
  • Procurar que el sustrato o suelo no esté muy salinizado, para lo cual, si no estamos seguros y no se prevén lluvias, podremos realizar un riego copioso de al menos 3 o 4 mm para el lavado de sales.

Pablo José González Provost
agrojardineriaecologica@gmail.com

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